lunes, 29 de agosto de 2016

No se que somos, pero no dejemos de serlo...

Estamos juntos, porque queremos, así sin imposición, ni títulos; estamos juntos porque disfrutamos de las sonrisas, porque al mirarnos se nos olvidan las cosas malas de la vida
De que nos sirve que todo el mundo sepa que nos queremos, anunciar por todos los medios nuestra relación, si en realidad lo único importante, es lo que sentimos los dos.
Ha dejado de ser importante para nosotros tratar de quedar bien ante los ojos de otros, nos basta con ser francos con nosotros mismos, sin telones, ni abismos…
Tenemos esa magia que no necesita palabras, esa conexión en las miradas que dicen todo, sin decir nada, nos conocemos bien, reconozco tus angustias, y tus alegrías también, a ti, te basta mirarme a los ojos para saber lo que pienso, lo que me duele, lo que me hace bien…
No hay nada más que pedir, pues tengo todo junto a ti, no sé si seremos amor eterno, pero no me interesa saber, me conformo con vivir el momento, este presente que me hace feliz, tu sonrisa en la mía, y en cada beso tuyo que me impulsa y me domina…
No, no me importa tener el título de novia, o ser presentada como la oficial, ya lo he vivido antes y al final comprobé que si no hay honestidad, todos esos actos diplomáticos, dan igual
Para nosotros no es necesario dar razones ni explicaciones, pero nos queremos, actuamos en congruencia con lo que sentimos, con nuestra forma de actuar. Lo cierto es que las cosas buenas no se pueden esconder, se notan a simple vista, no cabe duda  que la felicidad se irradia , se  refleja en cada acto; en la sonrisa, en la mirada y eso… eso tampoco lo puedo ocultar…
Simplemente nos queremos sin importar lo que piensen los demás.

Autora: Señorita Libélula


domingo, 14 de agosto de 2016

¿QUÉ CUÁNTOS AÑOS TENGO?

¿Qué cuántos años tengo? ¡Qué importa eso!
Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Porque tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir: “¡Estás muy joven, no lo lograrás!” o “¡Estás muy viejo, ya no podrás!”
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito con un número marcar mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... Valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo y hacer lo que quiero y siento.
¿Qué importa cuántos años tengo, o cuántos espero?
Si con los años que tengo aprendí a querer lo necesario y a tomar sólo lo bueno.


José Saramago
Arte: Ana Silivonchik